domingo, 12 de agosto de 2012

Lo que esconde el corazón.


Lo he pensado tantas veces que ya no parece real, ¿de verdad esto me pudo haber pasado a mí? ¿Cuáles eran las posibilidades de que esto pasara? Ya no parece real, no paso, tal vez y lo haya inventado, y mi cerebro me tendió una trampa, pero todo es tan real, ya no estoy seguro de nada.

Estaba estudiando, segundo año de la secundaria, era el primer día, estaba nervioso, era el primer día, había visto a mis amigos esa misma mañana, cuando checamos en que salón nos asignaron, al parecer no había cambiado mucho nuestros salones, por que al parecer eran los mismos, mis amigos y amigas, ahí estaban, en ese salón, hubiera deseado que no me tocara en ese salón, si tan siquiera me dejaran cambiar eso de mi historia, las probabilidades eran infinitas y el destino decidió jugársela conmigo.

Todo era normal en el salón, como siempre ya habíamos todos ocupado nuestros lugares en donde quisiéramos, cada quien se sentó con su respectivo grupito, yo no me había fijado en ella, si no hasta después, hasta unos días después, no me fije en nadie, me enfoque en estar con mis amigos, no vimos a ninguna chica, por que sabíamos que eran las mismas que habían estado con nosotros el año pasado. 
Sin embargo tuve la suerte de conocerla, gracias a los trabajos en equipo que la escuela asignaba. Así la conocí, y tengo que admitir que no me enamore de ella inmediatamente, tomo varias semanas hasta que me di por vencido y tuve que aceptar que me gustaba, no era fácil, por que no sabía lo que ella sentía, pero parecía tan unida hacia mí. 

Ustedes, ¿Han escuchado sobre “mi otra mitad”? Pues estaba muy seguro de que esta persona podía ser, era muy chico, no digo que ahora sé de toda la vida, pero con los años, sin duda se aprende,  no fue hasta después en lo que pude abrirme sentimentalmente y decirle todo, pero no nos adelantemos, el punto aquí es que había conocido a una mujercita, que era totalmente nueva en mi vida y que me agradaba su personalidad.

Los días pasaron en la escuela, no hablábamos ella y yo, aun no, sólo ocasionalmente en la escuela, no éramos muy unidos, pero eso no evito que pasara lo que paso. No sé como pude caer en ese juego tan maldito, ¿Sería mi culpa?

El primer día que hablamos fue por que la maestra nos puso en binas, para hacer unos trabajos, y fue cuando nos presentamos cordialmente, cada quien dijo su nombre, y seguimos hablando, no pensaba nada muy intenso sobre esta chica, solo que me caía bien, hasta donde sabía, después de ese día intentaba hablar más con ella, había días buenos y otros no tanto, desearía regresar el tiempo y decirme a mi mismo que  me detuviera, así me hubiera ahorrado tanto dolor… 

Continuara.

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