Era un día como todos, estaba nublado, sólo veía por la
ventana, pensando en un sinfín de cosas,
que haría hoy, que sería de mi en algún punto, y ahí estaba ella, sólo
sentada, escribiendo cosas, y fue cuando de verdad me empecé a fijar en ella,
como sus rizos color fuego caían en sus hombros, y sus ojos color esmeralda hacían
prisionero a cualquiera que le miraran, no me había fijado en lo bonita que era
hasta ahora, y en con el tiempo se me hizo lo más hermoso que alguna vez mis
ojos contemplaron,
Era joven, no sabía
completamente lo que era el amor, los sacrificios que conllevan, el dejar a un
lado tus problemas, el dejar a un lado todo, y pensar en otra persona, no lo habría aprendido hasta unos meses
después cuando todo se desmoronaba, y yo sin darme cuenta, uno no ve todo, no
ve lo que las personas hacen por uno, yo no lo entendí, hasta mucho después, no
captamos cuando las personas hacen cosas extraordinarias por nosotros, sólo por
que estás enfocado en un callejón sin salida, donde no hay nada, no vemos
salidas, pensamos que ese final sin salida es lo mejor que nos ofrece la vida,
cuando hay gente atrás de ti, esperándote, claro, uno no lo siente, ni lo va a
notar, hasta que uno mismo se da cuenta.
¿Cuánto dolor puede soportar un ser humano?
Le hablaba, diario, me estaba dando cuenta de que era una
persona estupenda, me estaba empezando a gustar, aunque lo negaba miles de
veces, caía en la tentación, caía en sus ojos, pero poco a poco me iba
importando menos, me sentía bien, cuando estaba con ella, no me sentía triste,
me sentía completo. De alguna manera
esta persona me hacia ser una mejor persona, era increíble, no pasaba un rato
cuando quería ir a hablar con ella, los temas de conversación no acababan, si
me hubiera detenido ahí, sí el tiempo fuera infinito, sí todo se hubiera
detenido ahí, y sólo justo ahí.
Todo iba perfecto, nada podía detener como me sentía, esta
chica tenia algo en ella, sus ojos, su hermoso cabello, su perfección a la hora
de hablarte, cuando sus labios rojos articulan las palabras más delicadas que tus
oídos podían escuchar, me emocionaba, me exaltaba, pero había algo que en ese
tiempo siempre me ponía triste, sólo era una simple pregunta, que mas tarde me
respondería el destino. ¿Le gustaré?
Era un frio octubre, cuando todas las preguntas que me importaba saber la respuesta hasta ahora, llegaron. Ya no podía con el
sentimiento atorado en el pecho, sentía que en cualquier situación, por ser tan
estúpido le pediría matrimonio, tenia que decirle, que me gustaba, y aunque tal
vez a ella no, le tenia que decir, hasta que un amigo, hasta ahora mi salvador,
mi ángel de la muerte persona que me trajo el momento más feliz de mi vida, y a
la vez me trajo demasiado dolor, el
momento en que escuche esas palabras, no pude evitar saltar, gritar y llorar de
emoción, fue cuando salí corriendo del salón de clases, y con esa emoción del
momento la alcance, y por un momento mi cerebro no pensó, y solo me deje llevar
por los impulsos, y cuando menos pensé, mis labios se encontraban con los
suyos, perdido en el sabor de sus labios, perdido en un mar de sentimientos,
sólo estaba ahí, daría hasta mi vida entera por solo detener el tiempo en ese
justo momento, sólo quedar ahí, para toda la eternidad, perdido en esos rizos
poderosos como el fuego, que se resbalaban por mis dedos, el cabello que sello
mi destino, ese hermoso cabello rojo, que se apagaría, el momento, ese justo
momento duró toda una vida, pero ahora viendo todo, para mi no duro ni un
segundo, lo que haría para volver ahí.
Días después nos encontrábamos, los dos, en la cumbre del
mundo, nada podía parar nuestra felicidad, nos amábamos, fuera lo que fuera el
amor, lo sentíamos, en contra de cualquier posibilidad, ahí estábamos juntos,
no importaba, para mi nada más, sólo quería ver esos ojos que me tenían prisionero,
esos ojos que deseaba verlos hasta que falleciera, todo era perfecto, todo,
absolutamente increíble lo que me estaba pasando, hasta que llego la noticia
que lo empezó todo…
Continuara.
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