There she was
I wonder what
Happen across your mind
Let’s talk
CP III
El fin de semana paso más rápido de lo que llegó, y por fin en mucho tiempo, se me veía contento llegando a la escuela, me sentía bien conmigo mismo, tenía ganas de hablarle, y conocerla, y el deseo de iniciar algo entre los dos, me daba cuenta que dejaba volar demasiado mi imaginación.
Tenías ese día un examen bastante complicado, sabía que estaría ocupado a la hora del examen, y que no podía distraerme. El examen sería a última hora de clases, así que tendría tiempo de aclarar dudas que tenía.
Sonó el timbre, que anunciaba el final de clases, y que ahora todos debían de ir a hacer examen, en menos de un segundo ya me encontraba listo, viendo de nuevo, como todos salían y entraban con cierta rapidez, y ahí andaba ella, quien se sentó a un lado de mí, me hice el distraído hablando con un amigo.
-¿Sí estudiaste? –Me había preguntado
-Claro, va a estar muy fácil
-¿Seguro?
-Claro –Y mientas hablábamos ella se nos quedó viendo, interesada en lo que hablábamos, me di cuenta, y le pregunté.
-¿Qué examen tienen ustedes?
-También matemáticas –Me respondió con una sonrisa – ¿Ahora no necesitas una pluma?
-No, ya no –Le sonreí, y por un momento nuestros ojos hicieron un contacto fugaz, y apartamos la mirada pues nos sentíamos obligados por la necesidad de hacerlo. Aunque la atracción era fuerte, apartábamos las miradas.
Así me enamoré. Momentos en los que los dos conectábamos miradas al mismo tiempo, y me sentía en los cielos, anhelando tenerla.
Me había demorado haciendo mi examen, y fui uno de los últimos en salir, salí un poco de mal humor, pues la dificultad era bastante alta, justo saliendo del salón, la alcancé a ver a unos metros de donde yo estaba parado, iba caminando a un lado de mí, cuando me volteó a ver.
-¿Cómo te fue? –Titubeó –Nunca me dijiste tú nombre.
-David- le contesté y le tome de la mano y le di un cálido beso, haciendo que se sonrojará por completo –Un gusto conocerte.
-Valery, también es un gusto –Me devolvió el saludo – Entonces ya dime, ¿Cómo te fue?
-Pues bien, me supongo, ¿Y a ti? ¿Qué tal te fue?
-Muy bien, gracias –Aun se le veía que seguía un poco sonrojada.
-Me alegro –Y nos despedimos, y cada quien tomo su camino, mientras caminaba tenía una sonrisa de oreja a oreja que hasta me dolía la mandíbula, había controlado la situación perfectamente y no lo podía creer.
Saltaba de un lado a otro, mis amigos se preguntaban que me sucedía, sentí que haberme presentado de esa manera, dándole un beso en su mano, había estado bien, ni siquiera me pregunté en el momento si se vería raro, supuse que le había encantado, pues se sonrojó, ¿A las chicas les gusta eso, no? Sentía una conexión especial, con nuestras miradas cómplices de nuestros juegos del silencio. Sabía que había algo, y no lo desaprovecharía.
En tan poco tiempo, ella se metió en mi cabeza, alojándose allí, sin poder sacarla, había encontrado un tesoro muy valioso, que el viento y el mar me trajeron, no había tenido suerte en eso del amor, pero tenía una buena corazonada acerca de esta chica. Sí el destino me hizo conocerla, y en tan poco tiempo no puedo sacarla de mi cabeza, esto no puede ser pura casualidad.
Pensaba y pensaba en como poder hacerla mía, todos las canciones me recordaban a ella, la glorificaba, sabía que tenía que pasar el resto de mi vida con ella, sin importa que o quien se interpusiera en mi camino. Pero como tenía buenos pensamientos, también, tenía uno que otro malo, que me causaba mucha incertidumbre y cuestionamientos, sobre lo que ella puede sentir o pensar sobre mí, no me rendiría tan fácil, y eso los había, pero los juegos que hacían mis ángeles y demonios con mis pensamientos me ponían a pensar demás. ¿Habría algo que me podría sacar de este quicio? Me quedé pensando mucho más tiempo, analizando mi cabeza en mi cuarto, acostado, hasta que me quedé dormido. Profundamente dormido.
-David- le contesté y le tome de la mano y le di un cálido beso, haciendo que se sonrojará por completo –Un gusto conocerte.
-Valery, también es un gusto –Me devolvió el saludo – Entonces ya dime, ¿Cómo te fue?
-Pues bien, me supongo, ¿Y a ti? ¿Qué tal te fue?
-Muy bien, gracias –Aun se le veía que seguía un poco sonrojada.
-Me alegro –Y nos despedimos, y cada quien tomo su camino, mientras caminaba tenía una sonrisa de oreja a oreja que hasta me dolía la mandíbula, había controlado la situación perfectamente y no lo podía creer.
Saltaba de un lado a otro, mis amigos se preguntaban que me sucedía, sentí que haberme presentado de esa manera, dándole un beso en su mano, había estado bien, ni siquiera me pregunté en el momento si se vería raro, supuse que le había encantado, pues se sonrojó, ¿A las chicas les gusta eso, no? Sentía una conexión especial, con nuestras miradas cómplices de nuestros juegos del silencio. Sabía que había algo, y no lo desaprovecharía.
En tan poco tiempo, ella se metió en mi cabeza, alojándose allí, sin poder sacarla, había encontrado un tesoro muy valioso, que el viento y el mar me trajeron, no había tenido suerte en eso del amor, pero tenía una buena corazonada acerca de esta chica. Sí el destino me hizo conocerla, y en tan poco tiempo no puedo sacarla de mi cabeza, esto no puede ser pura casualidad.
Pensaba y pensaba en como poder hacerla mía, todos las canciones me recordaban a ella, la glorificaba, sabía que tenía que pasar el resto de mi vida con ella, sin importa que o quien se interpusiera en mi camino. Pero como tenía buenos pensamientos, también, tenía uno que otro malo, que me causaba mucha incertidumbre y cuestionamientos, sobre lo que ella puede sentir o pensar sobre mí, no me rendiría tan fácil, y eso los había, pero los juegos que hacían mis ángeles y demonios con mis pensamientos me ponían a pensar demás. ¿Habría algo que me podría sacar de este quicio? Me quedé pensando mucho más tiempo, analizando mi cabeza en mi cuarto, acostado, hasta que me quedé dormido. Profundamente dormido.